lunes, 26 de marzo de 2012

miércoles, 10 de marzo de 2010

El Alfa y el Omega: El tupido velo de Dios

El ser humano siempre ha querido ser dueño del futuro. Tenemos una necesidad inherente de querer predecir lo que va a pasar, de tener certezas, seguridades, de ahí la ciencia. Pero la propia ciencia se ha topado con realidades que ni ella misma es capaz de vencer.

Una clara muestra de ello es la previsión meteorológica, que no podría ser menos certera.
La teoría determinista establece, ya con cierta claridad desde las leyes de Newton, que sabiendo las condiciones iniciales y las fuerzas que intervienen, se pueden calcular las condiciones finales (el típico problema de si un tren va a 80km/h qué distancia habrá recorrido en 4h 32'). En el caso del tiempo atmosférico, se supone que conociendo valores de presión atmosférica, temperatura, humedad, velocidad del viento, y cosas así se puede prever el resultado.

De la misma forma, esto es aplicable al Universo entero. Si conocemos las fórmulas de la gravedad, y conocemos la velocidad a la que se mueve un impulso eléctrico a través de nuestro sistema nervioso, quién nos dice que dentro de un tiempo no podremos predecir por ejemplo, qué va a pasar con la Humanidad, o directamente, predecir el Omega o Fin del Universo con exactitud y fecha de caducidad. O tal vez la mismísima existencia de Dios.

En el terreno físico, existen varios obstáculos:

- El Principio de incertidumbre de Heisemberg, que establece que es imposible determinar simultáneamente la posición y la velocidad de una partícula en un momento determinado (ya no sabemos a donde llega el tren).

- La Teoría del Caos, que establece que una mínima modificación de cualquiera de los valores de los parámetros desemboca en un resultado completamente distinto ("el aleteo de una mariposa aquí puede provocar un maremoto en Japón")

- Los infinitesimales, y esta es la barrera más fácil de entender: hemos dicho que por ejemplo la temperatura es un parámetro fundamental para la predicción meteorológica. Pero, cuando tu dices que aquí hace 20ºC, ¿qué quiere decir "aquí"? Quizá lo más correcto sería establecer la temperatura media de todos los puntos del campo a estudiar, pero ¿cuántos puntos hay en el espacio? Probablemente para llegar a un valor de exactitud perfecta (si no, la predicción es incorrecta por la Teoría del Caos) habría que medir infinitos puntos del espacio y con una precisión infinita. Asimismo, la precisión infinita es imposible, pues no es lo mismo 20 que 20,001, que 20,00000001, y así indefinidamente, entrando de nuevo en conflicto con las condiciones necesarias para evitar el "Caos" en la predicción.

- La propia interferencia del observador: se basa en el hecho de que la mera presencia del medidor altera el valor de la medida (véase El Gato de Schrodinger).

De esta forma, parece ser que Dios ha corrido un tupido velo que hace que los conceptos como "destino", "suerte", "casualidad" o el propio "Dios" sean siempre inescrutables e inexorables. Sutilmente nos da las herramientas para que lleguemos a la conclusión de que probablemente el futuro está determinado, porque las condiciones existen, están ahí con valores concretos, pero jamás seremos capaces de medirlas con suficiente precisión como para llegar a conocerlo.

La Fe existe, de no ser así, nos volveríamos locos.

martes, 9 de marzo de 2010

El Alfa y el Omega: Dios es un robot

Una de las teorías que sostienen muchos científicos, entre ellos personajes ilustres como Isaac Asimov (véase "La última pregunta", un pequeño relato que puede encontrarse fácilmente en Internet), es que realmente el sentido de la Existencia es simplemente perpetuarse a sí misma.

Las leyes de la física apuntan a un Omega ominoso, el Fin del Universo técnicamente debería llegar, según las leyes de la Termodinámica, cuando la entropía total del Universo aumente hasta el punto de que deje de existir materia, sólo haya energía, sin forma de vida, un Universo a una temperatura infinita, donde todos los procesos físico-químicos han desembocado en calor sin posibilidad de regresión.

Es en este punto cuando todos esperan que de alguna forma mesiánica toda esa energía vuelva a reconcentrarse como en el Big Bang del Alfa y todo comience de nuevo.

La corriente que sostiene la existencia de una Creación basa su teoría entre otras cosas, en la imposibilidad de que nuestra existencia sea casual, argumentando, por ejemplo, que una ínfima modificación de la fuerza de la gravedad habría desembocado en otro resultado completamente diferente y probablemente incompatible con la vida que conocemos hoy (basada en el átomo de Carbono). De forma que todos los Parámetros que han hecho posible la vida han sido "colocados" de forma muy meticulosa para desencadenar nuestra existencia o nuestra "misión" en el futuro (en el caso de que nosotros no seamos el fin en nosotros mismos, sino que seamos un eslabón más del Plan "Divino").

Los detractores de esta teoría arguyen que existe al menos una posibilidad de que esto sea así por azar, pero su mejor arma es que el resultado podría haber sido otro diferente a la vida que conocemos y desembocar en otra forma de vida, o en otra cosa, además de la
teoría de los multiuniversos* (básicamente se resume en que existen en realidad un número indeterminado de universos con diferentes condiciones, y en uno de ellos ha podido darse esta casualidad).

Pues bien, estos Parámetros que han posibilitado la existencia, pueden ser medidos por el hombre (o análogo, como supercomputadoras programadas por el hombre que sobrevivan a las condiciones tras su extinción) en un futuro, de forma que reproduzcan el BigBang. Es decir, que igual que hoy en día en Internet y antiguamente en la
Enciclopedia vamos agrupando el saber humano, en el futuro empezaremos a almacenar datos de todo el universo que vayamos explorando, hasta que llegue el punto de que tengamos los datos suficientes del Universo como para asegurar que esa "reversión de la entropía" se produzca, y con las condiciones exactas para que a su vez vuelva a ser posible la existencia de los hombres que vuelvan a "programar la máquina" y así sucesivamente. Esto sí que es una paranoia.

*Véase también:
Teoría de las Supercuerdas
.
El gato de Schrodinger
.

No se coman el coco, para eso pagan a los astrofísicos.

El Alfa y el Omega: Materia y energía

Llamamos Alfa y Omega al Principio y al Fin del Universo, respectivamente, lejos de ser un término religioso, aunque muy empleado, pertenece al campo de la astrofísica.

Como habréis oído, la teoría más aceptada en la actualidad sobre el Alfa o Principio es la teoría del Big Bang: Toda la energía que existía se concentró en un punto infinitamente pequeño y estalló despidiendo masa y energía en todas direcciones. Sin entrar en detalles, os preguntaréis qué principio es este si ya existía algo antes, esto es lo que se llama en astrofísica una singularidad, pero no es el tema del que quiero hablar en este relato.

Se puede decir que la materia y la energía son dos caras de la misma moneda, y como el que pasa de pesetas a euros estas unidades se pueden convertir a través de esa paradigmática y a la vez enigmática y tan desconocida para la mayoría fórmula de la teoría de la relatividad de Einstein:
e =mc2 donde "e" es energía, "m" es masa y "c2" la velocidad de la luz al cuadrado.

La "c" es tiene un valor tan grande que se puede comprobar que una partícula minúscula de masa ínfima puede generar gran cantidad de energía (este es el secreto de la energía nuclear), pero tampoco este es el campo que quiero mostrar aquí.

Volviendo al Big Bang, al Principio existía una cantidad de energía, que como bien sabemos por Einstein, "ni se crea ni se destruye, sino que sólo se transforma". De esta forma y teniendo en cuenta que materia y energía son dos caras de la misma moneda, la materia realmente no se crea ni se destruye, sino que también se transforma.

La energía que había al Principio era finita, por así decirlo, es decir, había una cantidad determinada de energía. Si la energía ni se crea ni se destruye, la cantidad de energía que había al Principio es la misma que hay ahora y habrá siempre, aunque "transformada".

De la misma manera, toda la materia que existe es la misma que existía al Principio. ¿Sorprende, verdad? Sorprende pensar que cada átomo de cada tecla de este portátil es el mismo átomo que habría en algún árbol del Pleistoceno y ha llegado hasta aquí cual osito de peluche de Burns (Bobo).

Es decir, los átomos que componen nuestro cuerpo han podido pertenecer a Jesucristo, a un dinosaurio o al propio Einstein. Un dinosaurio muere, se descompone y por ejemplo una planta absorbe sus nutrientes, esta planta se hace petróleo tras millones de años y luego de ahí sale gasolina, que la quema un coche y produce vapor de agua que tu respiras y tus células adquieren, los átomos de esa molécula de agua siempre han estado ahí.

Maravíllense de su propia existencia.

Los captadores de socios de Manos Unidas

Hace ya bastante tiempo, iba yo por la calle hacia una revisión de examen, un día de verano, cuando me asaltó una chavala pidiendome un minuto, estaba con otros dos jóvenes todos con un peto azul de Manos Unidas.

"No, lo siento". Lo cierto es que aunque no tenía nada importante que hacer quería acabar con el tema de la revisión cuanto antes, y no me apetecía pararme a escuchar algo en vano ya que, como luego menciono, no creo que sea muy lógico pagar una mensualidad sin tener mi propio dinero.

Sin embargo, al rato mientras caminaba, pensé "si he escuchado a los Testigos de Jehová, ¿por qué no a esta chica? (me iba a salir caro lo de los TJ)" como ya sabéis, en mi cruzada por tener una mente abierta y escuchar todas las posturas, esta no iba a ser menos.

Así que a la vuelta (no aprobé, me quedé con el 4 y pico típico) me acerqué a la chica y le dije "ahora si tengo un minuto". Ella ya me miraba con cara de extrañeza mientras me acercaba, supongo que pensaría que nadie es tan ingenuo como para escucharlas sin que antes le asalten: "Ah, eres tú", sí, por muy duro que parezca apenas habían pasado 20 minutos y ya se había olivdado de mí, ya empezaba mal la tía.

En fin, el caso es que empieza a contarme todas las cosas bonitas que hacen Manos Unidas y todo ese rollo, y va al grano, que por una cantidad de dinero al mes yo puedo ayudar a hacer escuelas y nosequé rollos.

"¿Y no puedo colaborar sin hacerme socio?" esta era mi típica pregunta directa a la herida, como ya había hecho muchas a los TJ. Ella dudó, y añadió que podía hacer donaciones puntuales si lo deseaba, y ya estaba sacando el formulario de la cuenta corriente. Yo insistí "quiero decir que si no puedo ayudar sin pagar, solo con mi persona". "Para eso hay convocatorias para tareas concretas"

¿Cómo? pensé, al parecer si había algún acontecimiento concreto pues hacían una especie de llamamiento, pero no podías colaborar así en plan por la cara. No lo entiendo, seguí pensando, ¿es que no hay suficiente gente necesitada en el mundo que no hacen falta manos (y nunca mejor dicho)? En resumen, que no puedes ser una "Mano Unida" más si no apoquinas.

Y lo que es más frustrante, ella era socia y estaba ahí captando, realmente, no me apuntaría para andar repartiendo folletos. Visto mi asombro, planteé otra situación "¿cuando yo acabe Medicina, podría colaborar de médico, aún sin ser socio?". "Hacen falta al menos 2 años de experiencia, idiomas y otros requisitos" Esto ya me mató, directamente, ¿es que no hay gente por ahí que necesita asistencia médica, una asistencia tan básica que realmente requieren tal curriculum?
"Yo he terminado Psicología, ya tengo el título pero aún tengo que ejercer un par de años para poder colaborar de psicóloga" añadió.

Seguía insistiendo en que era una pequeña cantidad que todo el mundo se puede permitir y tal y tal, "Quizá cuando sea un experto médico, o al menos cuando tenga mi propio dinero", sentencié.

Esto no es una crítica, de hecho no soy quien, teniendo en cuenta que aquí sentado escribiendo esto tampoco ayudo a nadie, solo quería compartir mi sorpresa ante estas respuestas.

Sean buenos.

jueves, 21 de agosto de 2008

El egoísmo y la Justicia

Jesucristo propone esta parábola:

Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.

Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.

Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’. Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.

Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’.

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.

Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’.

El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’.

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.

Estoy seguro de que muchos nos hemos sentido en una situación parecida alguna vez, si no en cuestiones de trabajo, en los estudios u otras situaciones de la vida. Imaginemos que realizas un trabajo durante el curso para conseguir un aumento de nota, y tras conseguirlo descubres que otros sin haber echo el trabajo, sólo por actitud u otros criterios del profesor también han recibido el mismo aumento.

Puede parecer injusto pero, al fin y al cabo, el cumplió contigo lo acordado, "'¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’"

La respuesta es sencilla, en el fondo el que lo considera injusto no hace esfuerzos para mejorar sus resultados, sino para mejorarlos frente a los de los demás.

El ser humano es egoísta por naturaleza, pero debemos acostumbrarnos a que en la vida siempre habrá personas que tienen mucho más de lo que "merecen", y otras mucho menos.

Siempre y cuando la "injusticia" sea por beneficio y no por perjuicio (diferente sería que no te dieran a tí el aumento) solo cabe alegrarse por los demás y decirse a sí mismo con orgullo "yo lo hice". Al fin y al cabo es bien sabido que "lo regalado" sobre todo académicamente nunca beneficia, pues al final siempre llegará el jefe que no perdone y te den todos los palos juntos.

domingo, 11 de mayo de 2008

El sinsentido de la filosofía

Una de las características que distingue al ser humano como racional frente al resto de seres vivos, es ser consciente de su propia existencia, y su capacidad de abstracción, es decir, deliberar sobre cosas que no podemos percibir con los sentidos.

Muchos filósofos han hablado a lo largo de la historia sobre el alma, el "yo", las Ideas,... Somos conscientes de que a menudo nuestros sentidos nos engañan, y creemos estar por encima de ellos por el mero hecho de saberlo. Nos creemos capaces de enfrentarnos a ese "genio engañador" que hace que la mente nos juegue malas pasadas.

Todos hablan de un mundo espiritual, de "lo que no se ve", intentan explicar la realidad más allá de lo que podemos percibir... Llegamos a conceptos como las matemáticas, la física cuántica, Dios... son en definitiva herramientas que usamos para explicar todo lo que ocurre a nuestro alrededor.

No obstante, muchos no parecen ser conscientes de que nuestro cerebro, nuestro "yo", nuestra propia conciencia, está totalmente condicionada por todos los estímulos físicos que percibimos desde que nacemos hasta que morimos, está condicionada por nuestros sentidos aunque no queramos, y está condicionada por su propia condición de material.

Es decir, no creo que jamás podamos llegar a ninguna conclusión pura.
En mi opinión, igual que nuestros sentidos nos engañan, también nos engaña nuestra mente, y podemos creer evidente algo inexistente. Podremos imaginar, soñar y dilucidar miles de teorías, hipótesis y creencias, pero todas tendrán una base física pues, sea como fuere, todas nuestras ideas son fruto de conexiones neuronales que, bien sabido es por los psiquiatras, son corruptibles físicamente.

Nunca podremos demostrar que la filosofía existe, pues todas las herramientas de las que disponemos pertenecen al mundo físico.

Quizá nuestra conciencia y nuestro profundo sentimiento de poseer un alma, no es más que un instinto de supervivencia animal más que ha evolucionado para una especie capaz de razonar.

Quizás cuando muramos obtengamos alguna respuesta, o sea el comienzo de todas las preguntas...