domingo, 21 de octubre de 2007

El verdadero progreso

La palabra "progreso", ha sido el pan de cada día en las últimas décadas, aunque ha habido discrepancias sobre su exacto significado y valor, y también sobre su precio, que cada vez es más caro para la parte de la humanidad que no se beneficia de él, que es la mayoría.

Algunos autores definen el progreso como la adquisición de nuevos conocimientos, saberes, técnicas y prácticas y el olvido o desuso de otros. Independientemente de si este desarrollo provoca mejoras, errores o simplemente diferencias, está claro que siempre ha sido un hecho.

Cuando una persona se refiere al progreso puede pensar en ciencia y tecnología, desarrollo industrial, económico, sistemas de gobierno, educación, bienestar... Este "progreso" es bien sabido que influye en la naturaleza, que parece permanecer impasible e inmutable, actuando sin piedad, discriminando que donde había valles ahora hay campings, donde había árboles ahora hay edificios, y donde había playa ahora hay chalets. De esta forma las catástrofes naturales se suceden cada año causando verdaderos destrozos y es que la naturaleza, no progresa al mismo ritmo que nosotros. Sin embargo yo me pregunto, ¿cuál es el verdadero progreso?

En mi opinión, el verdadero progreso es el de la naturaleza. Al principio de los tiempos prácticamente no existía la vida, y qué mayor progreso que el de pasar de lo inerte a lo vivo.
Súmenle a esto que en unos cuantos miles de millones de años, la vida se hace cada vez más compleja, variada y sofisticada, ¿quién no se ha deleitado nunca viendo animales, plantas y relieves?

Cualquiera que haya estudiado nuestra biología (yo tengo la suerte de estudiar Medicina), se da cuenta que nuestro pequeño cuerpo está plagado de sistemas y mecanismos avanzados, pensados para todo tipo de situaciones, miles de factores, físicos y químicos, que controlan como la máquina más perfecta, un cuerpo que dura casi cien años (a ver quién consigue que un ordenador dure tanto). Desde nuestro sistema inmunitario hasta los millones de conexiones neuronales que nos hacen conscientes de nosotros mismos y de lo que nos rodea. Y al fin y al cabo, todo lo que poseemos, incluido nuestra capacidad de crear "progreso", es obra de la naturaleza. Y todo esto comprimido de forma casi utópica en un organismo microscópico, comparado con los miles de kilómetros que medirían estructuras como nuestro ADN, desplegadas. Esto si que es un Disco Compacto.

Aunque parece que la naturaleza sigue terca y ruda, está años luz por delante de nosotros en materia de progreso...