domingo, 11 de mayo de 2008

El sinsentido de la filosofía

Una de las características que distingue al ser humano como racional frente al resto de seres vivos, es ser consciente de su propia existencia, y su capacidad de abstracción, es decir, deliberar sobre cosas que no podemos percibir con los sentidos.

Muchos filósofos han hablado a lo largo de la historia sobre el alma, el "yo", las Ideas,... Somos conscientes de que a menudo nuestros sentidos nos engañan, y creemos estar por encima de ellos por el mero hecho de saberlo. Nos creemos capaces de enfrentarnos a ese "genio engañador" que hace que la mente nos juegue malas pasadas.

Todos hablan de un mundo espiritual, de "lo que no se ve", intentan explicar la realidad más allá de lo que podemos percibir... Llegamos a conceptos como las matemáticas, la física cuántica, Dios... son en definitiva herramientas que usamos para explicar todo lo que ocurre a nuestro alrededor.

No obstante, muchos no parecen ser conscientes de que nuestro cerebro, nuestro "yo", nuestra propia conciencia, está totalmente condicionada por todos los estímulos físicos que percibimos desde que nacemos hasta que morimos, está condicionada por nuestros sentidos aunque no queramos, y está condicionada por su propia condición de material.

Es decir, no creo que jamás podamos llegar a ninguna conclusión pura.
En mi opinión, igual que nuestros sentidos nos engañan, también nos engaña nuestra mente, y podemos creer evidente algo inexistente. Podremos imaginar, soñar y dilucidar miles de teorías, hipótesis y creencias, pero todas tendrán una base física pues, sea como fuere, todas nuestras ideas son fruto de conexiones neuronales que, bien sabido es por los psiquiatras, son corruptibles físicamente.

Nunca podremos demostrar que la filosofía existe, pues todas las herramientas de las que disponemos pertenecen al mundo físico.

Quizá nuestra conciencia y nuestro profundo sentimiento de poseer un alma, no es más que un instinto de supervivencia animal más que ha evolucionado para una especie capaz de razonar.

Quizás cuando muramos obtengamos alguna respuesta, o sea el comienzo de todas las preguntas...

miércoles, 7 de mayo de 2008

Alegoría de la caverna y su aplicación en la actualidad (Segunda parte: Conclusión)

Este curioso mito, aplicado al caso del eterno secuestro, sitúa a los hijos-nietos encerrados como los presos y el televisor como las sombras que se proyectan del exterior.

Afortunadamente, la televisión ofrece imágenes más nítidas de la realidad, no obstante, todos sabemos que la vida "real" no es como en las películas.

Se me plantea por tanto el enigma de la sensación que estos niños tuvieron ante la luz del día (al parecer padecen problemas en ojos y piel), y las personas y cosas del mundo exterior.

Aunque es algo completa y lógicamente inmoral, ya que se pretende reinstertar a estos individuos como personas "normales", creo que sería interesante realizar estudios de todo tipo sobre estos niños.

Como en la alegoría, quizás cuando se enfrenten a la vida real querrán encender la tele y sentirse más seguros ante un aparato que muestra personas que no pueden agredirles, insultarles ni hacerles sufrir en definitiva.

Podría escribirse un libro entero con las implicaciones y similitudes de este caso con la caverna, no obstante esta vez dejaré más abierto el texto a la imaginación de cada lector.

Sin duda del mito de Platón puede abstraerse que medios como la televisión, nos muestran "figuritas" de lo que hay fuera, y puede insensibilizarnos y desprotegernos ante el mundo exterior. No obstante, la televisión tiene funciones positivas de entretenimiento e información que, personas que nunca la han visto (ojos acostumbrados a la luz) no pueden apreciar (en la oscuridad). Pero lo que está claro es que la luz está en la calle, con la gente, con los paisajes, con el mundo, y todo lo que puedas encontrar en el ordenador o en la tele no es más que un vago reflejo de lo que hay ahí fuera. Si te gusta lo que ves, sal y disfrútalo por tí mismo.

Vivan sus propias películas.

Alegoría de la caverna y su aplicación en la actualidad (Primera parte: Planteamiento)

Tras las últimas noticias de horrores de la mano del hombre, como la del "monstruo de Amstetten", se me vino a la mente la alegoría o mito de la caverna de Platón. Me explico:


El caso en cuestión es el de un ciudadano austriaco que tras abusar de su hija de once años hasta que esta cumplió los dieciocho, decidió encerrarla para evitar represalias alcanzada una conciencia psicológica que llevaría a la rebelión. Encerrando a su hija en el sótano de su propia casa, y alegando que esta había ingresado en una secta, el "monstruo" podía seguir abusando de ella indefinidamente. Como es de imaginar, estas violaciones se tradujeron en embarazos, y finalmente (no voy a extenderme en más detalles) convivían en el zulo él, su hija, y sus tres hijos-nietos de cinco, dieciocho y diecinueve años que NUNCA habían salido al exterior, y las únicas imagénes que poseen del mismo son las proporcionadas por un televisor instalado en el zulo.


Además de las preguntas que sugiere este suceso, como si es posible que un individuo alcance los 19 años de edad en condiciones de salud sin ver la luz del sol, evoca en mi mente la famosa alegoría de la caverna de Platón.


Según este mito, que es casi una parábola sobre lo real y lo aparente, se plantea el siguiente escenario:


Una serie de individuos (llamémosles presos) se encuentran fuertemente encadenados a un muro dentro de una caverna oscura, y no pueden liberarse de ninguna forma. En frente, sólo tienen la pared de la cueva. Detrás de ellos, a un nivel por encima de sus cabezas, existe una hoguera siempre encendida, cuyo fuego es la única fuente de luz dentro de la caverna. Detrás del muro al que están encadenados, se encuentran la salida de la cueva y el resto de personas y cosas del "mundo exterior". Estas personas "libres", van colocando figuritas, vasos, estatuas y otros objetos sobre el muro, fuera de la vista de los presos, que sólo pueden contemplar las sombras que se proyectan en la pared que tienen delante, por la luz de la hoguera.



Los presos nacen, crecen, y viven toda su vida encadenados al muro, sin tener otra visión del mundo que la proporcionada por las sombras que proyectan los objetos colocados por la gente del exterior. No saben lo que es el color, ni la naturaleza, ni las propias personas, pues sólo ven esas sombras durante toda su vida.

Supongamos que uno de los presos consigue zafarse de sus cadenas y pasar al otro lado del muro.
Al principio, tendría un inmenso miedo de siquiera aventurarse a asomarse al otro lado, suponiendo que se arma de valor y escapa, la luz de la hoguera le cegaría, pues sus ojos sólo están acostumbrados a la oscuridad, y la tenue penumbra que rodea las sombras de la pared de la cueva. El mero dolor de sus ojos podría llevarlo a regresar con los presos. Si continuara, vería las figuritas como en realidad son, y entendería que hasta ahora lo que había estado viendo no era más que sus sombras. Podría percibir desde el lado libre los detalles que una sombra no proporciona. También vería a las personas libres que colocan las figuritas, y las miraría asustado y asombrado, considerándolas como dioses, que proporcionan a los presos su única idea de realidad.

Si aún así se atreviera a salir de la cueva, la luz del sol provocaría aún más dolor en sus ojos, pues la luz del día es mucho más intensa que la de la hoguera. Cegado y aturdido, continuaría contemplando los árboles, los animales, y la vida de las personas fuera de la cueva.

Ante todos estos cambios, el preso liberto podría tener un sentimiento de resignación o de incredulidad. Es decir, podría recibir tal impacto del mundo "real", que considerara a este ficticio y dañino, y volviera al lado oscuro del muro a ver las sombras, que le son mucho más familiares, y eran hasta ahora su "realidad". Asimismo, si volviera a contar a los demás presos lo que ocurre al otro lado del muro, y a avisarles de lo que ellos ven no es más que un turbio reflejo de lo que existe fuera, seguramente los presos no le creerían, y se aferrarían a sus "creencias", es decir, a que la única verdad es lo que ellos ven y han visto siempre, las sombras de la cueva. El preso liberado sería rechazado por los demás, y si decidiera volver al exterior a cambiar de vida, sería un proceso duro:

Aún sus ojos no están acostumbrados a la luz del sol, y espera pacientemente la noche. Con el paso de los días y su adaptación al "nuevo mundo", se da cuenta que el Sol juega ahora el papel de la hoguera, mostrando las cosas y colores por el día, y ocultándolas bajo la oscuridad con su ausencia de noche.

Además, si volviera en alguna ocasión de nuevo al lado oscuro de la caverna, le sería casi imposible volver a distinguir las sombras, pues sus ojos están ahora habituados a la luz, y entre tanta oscuridad sus sentidos están atenuados.

viernes, 2 de mayo de 2008

La perfección genera paro

Muchos imaginan vivir en un mundo donde no pudiésemos contraer enfermedad alguna, donde no estuviésemos expuestos a la delincuencia, a las guerras... Un mundo donde no hubiese catástrofes, donde no hubiese incendios, ni accidentes, ni derrumbamientos, ni inundaciones...

Podemos imaginar una sociedad tan perfecta que no habría que preocuparse de cerrar bien todas las puertas, de dejar el coche en la calle, o las cosas en el jardín... Una sociedad donde todo el mundo es esencialmente bueno, no se producen agresiones de ningún tipo, ni robos, ni estafas, ni divorcios, ni demandas. Nadie ensucia las calles, ni las paredes, nadie hace mal uso de sus bienes, y todos viven en absoluta paz.

En resumidas cuentas, lo que la gente espera de Dios, que no exista el Diablo ni el Mal en el mundo.

Y qué sería pues de los basureros, barrenderos, médicos, enfermeros, auxiliares, bomberos, policías, soldados, guardias, corredores de seguros, abogados, jueces, fiscales... Qué sería de todos los funcionarios que administran estas funciones; de los ingenieros que fabrican las armas, los extintores, los sistemas de seguridad y los trabajadores de las miles de fábricas que producen todos estos productos. Que sería de los arquitectos que diseñan hospitales, bases militares, cárceles, parques de bomberos,... de los que adiestran a los perros de la policía, los que investigan curas o fabrican medicamentos... Qué sería los legisladores, dentistas, psiquiatras, podólogos, fisioterapeutas, agentes de tráfico, guardias de seguridad, porteros de discoteca, carceleros...
Qué sería del airbag, las cerraduras, los cinturones de seguridad, los cascos, los antivirus, las tiritas, las alarmas, las pastillas...

Hoy en día una de las principales preocupaciones en los países desarrollados es el paro, por eso cada vez el mundo va a peor, porque así, hay más trabajo.

jueves, 1 de mayo de 2008

La reencarnación

Una de las hipótesis que existen sobre la vida después de la muerte, es la reencarnación.
No sé cual es la idea que los hindúes, budistas o quienes quiera que crean en ella de una forma más espiritual tienen, pero básicamente en el mundo occidental y grosso modo, lo que la gente piensa es volver a nacer encarnando a otra persona, o según algunas creencias, como otro ser vivo no humano.

La principal pega de esta teoría es la desidentificación del alma, del "yo". Cuando uno piensa que además de tener un cuerpo y una mente, tiene un alma, en realidad no puede evitar teñir ese alma con sus propias vivencias y cualidades, cuando en realidad esos aspectos son del mundo físico. Cuando a uno le dicen que tras su muerte, su alma permanecerá allí, se imagina una imagen de su cara semitransparente, de sus pensamientos, sus deseos o al menos de su "espíritu". Pero al fin y al cabo, lo que define tu "persona" son las cosas que has vivido, tus ideales, inquietudes, cosas que te han venido del mundo exterior y que mueren con tu cuerpo.

Si una persona se reencarna en otra, es que una de las dos no existe. Piensa por un momento que tú en realidad has existido durante toda la eternidad, pero sólo eres consciente de tu vida actual. Las demás vidas las has vivido una tras otra, y cuando esta acabe, te reencarnarás en otra persona totalmente distinta, y no recordarás absolutamente nada de tu vida actual. ¿Mola, no? Pero ahora hazte una pregunta, ¿qué eres? ¿Acaso puedes definir algo que se haya mantenido constante en las diferentes vidas? Según esto todo el mundo sería parte de un ente o conjunto de entes que forman el "alma" de las personas. Cuando mueres, tu alma viaja al cuerpo de otra persona recién nacida. Pero entonces, ¿es TU alma? No, es EL ALMA, porque es de todos y cada uno de los que han muerto y será también de los que morirán. Quizá eso es lo que significa que Dios está en todos y cada uno de nosotros, que Él es el principio y el fin.

Pero entonces, ¿qué queda de las personas? Realmente no habría nada en ese alma que indicara que quien tú eres ahora existió. Estaríamos volviendo a la teoría clásica de que el cuerpo no es más que el envoltorio inútil del alma. Y el alma ¿qué hace? ¿es que sólo se limita a ir de un cuerpo a otro sin tener ninguna influencia?

Señores, en esta paranoia en la que me embarcado sin quererlo, ni siquiera se darle un final, me han ido surgiendo tantas ideas y matices que ni siquiera yo mismo me he aclarado.

Sólo sospecho que este modo de perdurar (o no, porque no sé qué es lo que perdura...) tras la muerte no es atractivo para la mayoría de nosotros, muy orgullosos de nuestro carácter.

La Trilogía de la Realidad

Todos nos hemos preguntado muchas veces cómo es la muerte, si hay algo después de la vida y cómo es ese algo. Yo le he dado muchas vueltas, he pasado por diferentes teorías y ahora se me plantea una nueva.

Me baso un poco en la relación entre la vigilia y el sueño. Cuando estamos despiertos, vivimos nuestra vida, y mientras dormimos estamos viviendo otra vida diferente sin que nos demos cuenta, y sin recordar nada la mayoría de las veces. Quizá, este sistema de vigilia-sueño se encuentra a su vez dentro de un sistema mayor: vida-muerte.

Planteo por tanto una especie de trinomio, como tres universos paralelos. Estás viviendo lo que tú consideras tu vida, sin saber que además de ese "yo", tienes otro "yo" que está viviendo miles de aventuras mientras duermes, y que a menudo se comporta de manera distinta a como tú eres en realidad, casi como si fuera otra persona. De la misma forma, cuando mueres pasas a formar parte de otra vida distinta de estas dos, que además puede continuarse repitiéndose el mismo sistema, e incluso circunscribirse dentro de sistemas mayores.

Quién puede asegurar que los sueños, fuera de ser un meros procesos cerebrales, no son en realidad un pasaporte a un universo paralelo, que no se rige por las mismas leyes que el nuestro, de forma que puedes soñar con volar, con ser diferente, con ver cosas que "no existen", e incluso sentir cosas increíbles. El sueño puede ser como una vida más que vives entera, de duración indefinida, ya que en los sueños no existe el concepto del tiempo. En un sueño puedes "nacer", crecer y vivir miles de cosas que pueden ser inexplicables en nuestro universo, y de las cuales apenas recuerdas unos minutos. Cuando en un sueño "mueres", despiertas, miras el reloj, y piensas que sólo han pasado unas horas, pero no puedes saber si en tí no se detuvo el tiempo para entrar en otra dimensión. En tu conciencia el tiempo no ha transcurrido mientras duermes, porque lo siguiente de lo que eres consciente después de dormirte es cuando te despiertas.

De la misma forma, cuando mueras, si alguna vez vuelves a despertar, podrán haber pasado millones de años, que tú "no te enterarás", y será como un sueño más. Igual que en un sueño tu cuerpo físico no se mueve de la cama, en la muerte éste no se moverá del ataúd, y aunque los fenómenos cerebrales pueden explicar los sentimientos en los sueños, espero que cuando nuestro cerebro se descomponga podamos seguir viajando por el cosmos.

Tengo fe en que algo más habrá tras esta curiosa y complicada existencia, algo donde quizás no seamos nosotros mismos, pero que sin duda disfrutaremos, porque para algo estamos aquí.

Un poder oculto, no es poder

Hola amigos, vuelvo después de varios meses de inactividad, pues en un mes volqué todas las historias e ideas que había acumulado en mi cabeza durante años, y pronto el pozo quedó vacío. Ahora vuelvo con nuevas inquietudes, del pasado, presente y futuro, aunque no con tanta asiduidad como antes.

Una de las cosas que siempre me he planteado, es cómo sería un encuentro celestial. Me refiero a esas apariciones que tanto se mencionan en La Biblia, en las películas y en algunos programas de ciencia ficción. Yo me pregunto, como creyente, cómo sería tener una experiencia de este tipo.

En primer lugar, sería algo terrorífico. Estar tumbado en la cama por la noche mirando al techo esperando al sueño, y que de repente aparezca una luz o un animal o planta o figura humana, sea la cosa que sea, es de infarto. Cualquiera saldría corriendo a lanzarle objetos, esconderse debajo de las mantas o de la cama, ponerse a chillar, huir o cualquier reacción catastrófica.

Quizás esta es una de las razones por las cuales no se producen estos fenómenos. Según hacen parecer, en los tiempos de Jesucristo todo el mundo parecía estar esperando a que algo de eso ocurriera, y lo pintan como el que ve una estrella fugaz, se sorprende pero sin llegar a la histeria lógica de hoy en día.

La clave es que, si algo de esto ocurriera en realidad, la difusión sería inmediata y, el resultado, que te tomen por loco o que se cree una alarma social, sobre todo si hay muchos testigos del fenómeno. De la misma forma, si te fuese otorgado algún poder o habilidad especial como hizo Dios con Jesucristo, Moisés, etc., serías tratado como un monstruo, especímen o sabe Dios qué cosa (nunca mejor dicho).

Esto me ha llevado a planterme la siguiente situación: Digamos que ya sea por ciencia infusa, o por obra de un ente celestial, adquieres una habilidad "mágica", utilicemos para este ejemplo el poder mover pequeños objetos con la mente, por decir uno.

Supongamos que, como a mi parecer es más lógico, y como se muestra en algunas películas, sólo puedes utilizar ese poder de forma que nadie se de cuenta de que lo tienes.
Y aquí está el quid de la cuestión, porque esto, teniendo en cuenta que no posees un desmemorizador como los Men In Black, es muy complicado.
Básicamente implicaría que sólo puedes mover objetos cuando estás en un sitio completamente solo y a la vista de nadie. Además, suponemos que no puedes utilizar este poder para interactuar con otras personas (aquí es donde las películas fallan), porque se descubriría el fenómeno.

Partiendo de estas condiciones, mover cosas puede ser muy divertido para estar en tu casa haciendo el tonto, pero si no lo puedes compartir con nadie, es como si no existiera. Y es que otra de las cosas que tomo como premisa de filosofía es que, algo que sólo sabe UNO, es algo que no existe. Esto es la base de los secretos, sin embargo, secreto de dos deja de ser, en mi opinión, secreto.

Sería tal la impotencia de tener una habilidad oculta que no puedes usar con ninguna persona, que casi sería un poder inútil. Aunque seguramente, podrás conseguir y observar grandes cosas, pero dejarán de existir en el momento en que no puedas compartirlas con nadie. Las vivencias individuales son como la imaginación, y sólo se hacen realidad cuando las cuentas o haces partícipes a los demás, porque puedes haber hecho grandes cosas, pero si nadie lo sabe, tiene la misma importancia que si solo fuera fruto de tu imaginación o de tu sueños.

Comparte tu vida, no te cierres a los demás.