viernes, 7 de septiembre de 2007

¿La fuerza del destino?

Todos hemos oído hablar del destino alguna vez, sin embargo yo creo que el "destino" tiene dos dimensiones: El destino como yo lo concibo, y la predestinación.

La predestinación es la creencia que establece que todos y cada uno de nosotros, desde que venimos al mundo, tenemos un guión escrito del que no podremos escapar por distinto camino que elijamos. Es decir, que por muchos cambios y decisiones que tomemos a lo largo de nuestra vida, la respuesta a esas preguntas ya existía antes que nosotros. Cada persona tiene un destino, y nos comportamos ingenuos pensando en que tenemos libertad, cuando en realidad finalmente haremos lo que está escrito.

El destino, como yo lo concibo, no nos priva de esta libertad.

Como es evidente, tanto nosotros como las personas que nos rodean, nacemos y morimos en un proceso que escapa a nuestro control. Nadie decide nacer, como nadie decide que morirá irremediablemente.

Cuando somos pequeños, aún no tenemos la libertad del destino, todavía él controla nuestra vida. Son las decisiones de nuestros padres y educadores las que deciden por nosotros, ya que, en mi opinión: "No puedes asegurar que tomaste libremente una decisión que no recuerdas en este momento". Pero llega un momento en la vida de toda persona, normalmente en la adolescencia, donde se le concede la capacidad de decidir sobre su propia vida. Esta libertad es otrogada paulatinamente, ya que en la juventud siempre existe la dependencia de tus padres, pero ya puedes definir cómo será esa dependencia por tí mismo.

En este momento eres dueño de tu destino, y las decisiones más cotidianas, llevarán tu vida a un lugar o a otro. Dentro de tu destino, digamos que, a grandes rasgos, uno puede elegir el buen camino, o el camino equivocado; es decir, ser responsable, obediente, consecuente, en definitiva, buena persona y buen ciudadano; o ser un auténtico cafre, pero aquí influyen muchos factores que no vamos a estudiar en esta entrada.

Pues bien, un ejemplo de decisiones cotidianas que condicionen tu destino puede ser:

Una noche, tus amigos no salen, aunque una chica que conociste ese mismo día y con la que, evidentemente, no tienes confianza, te dijo que seguramente iría con algunos amigos al sitio donde suele salir la gente. En este momento se te plantea la duda, aunque esto está muy ligado a la personalidad de cada uno, es decir, hay gente más pasiva o insegura que necesita cierto apoyo para tomar sus decisiones, y si un día nadie sale, pues no se embarca en solitario a la aventura. Otra gente, como yo (esta historia está basada en hechos reales), en ocasiones tienta al destino en busca de las emociones que cree no encontrará en el sofá de su casa. Según dicen, los mejores momentos son los que no se planean. Bueno, volviendo a la historia, ahora tu destino puede tomar varios caminos:

- Decides no salir, no tiene sentido ir hasta allí donde no conoces a nadie y probablemente no encuentres a quien buscabas. Estás cansado y te echas a dormir. Esta es digamos, la opción más pasiva, ya que pueden ocurrir muchas cosas, excepto si duermes.

- Decides no salir, pero repentinamente llaman a tu teléfono un amigo que ha quedado con una gente que tu apenas conoces, y te invita a ir con él. Aquí puedes sumarte a la aventura o rechazar la invitación ya que no te sentirías cómodo en una pandilla donde todos se conocen menos tú. Si te sumas a la aventura, puede que conozcas a grandes personas que permanezcan o no en tu vida; o puede que ni siquiera te lo pases bien y pienses que no mereció la pena salir.

- Decides salir, pero resulta que después de horas en la calle, no ves a nadie conocido. Aburrido y decepcionado vuelves a casa a dormir.

- Decides salir, y te encuentras con la chica que conociste esa mañana, te presenta a sus amigos, y ahora pueden ocurrir dos cosas: o te caen muy bien y permanecen o no en tu vida, o no te hacen mucha gracia y piensas que no mereció la pena salir. También puede que no te encuentres a la chica, pero te encuentres a ese amigo tuyo que quedó con la otra gente, y volvemos al segundo caso. Incluso puede que te encuentres con otra gente distinta, y así sucesivamente.

De esta forma, aunque no sepas qué se esconde detrás de cada camino, tu tienes el poder de elegir entre salir a por todas, salir con reservas, no salir y luego animarte, o definitivamente no salir.

En todos estos caminos conocerás a personas maravillosas, a las que puede que conozcas tarde o temprano por muchos de los otros caminos que surgen cada día a lo largo de tu vida. Siempre quedará gente por conocer, y cosas por hacer. La rutina es un invento, y tú puedes demostrarlo cada día.

Como dije ya en mi teoría del Carpe vita, escoge el camino más largo y próspero, no quieras abarcar demasiado ni hacer las cosas demasiado rápido, pero tampoco tengas miedo del mundo.

Dedicado a María

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