martes, 25 de septiembre de 2007

La mentira: ¿cáncer o necesidad?

Como bien dice el Genio de la Lámpara en la película de Disney Aladdin: "Como dicen en mi colmena, la mentira no es buena".

Como pecado y gesto indeseable, la mentira ha sido siempre una lacra para la sociedad, la sinceridad es uno de los atributos que se busca en un amigo, una pareja...

La existencia de la mentira, la corrupción y la maldad están ligadas, esto es lo que lleva a la gente a desconfiar de cualquiera, hasta de los más allegados. Y es que uno no puede fiarse "ni de su sombra" hoy en día. Cualquiera podría pensar que un mundo sin mentiras sería lo más parecido a un mundo perfecto, no obstante, pasan por alto que la mentira es una importante herramienta.

La mentira evita disgustos, te salva de muchos sufrimientos y castigos, y te puede hacer conseguir un empleo, aprobar un examen, la diferencia entre el éxito y el fracaso puede estar en una mentira.

Según la novela de ciencia ficción Neandertal, de John Darnton, la mentira es lo que nos hace humanos, lo que nos distingue de los demás seres, la capacidad de engañar, la picardía.
En este libro se cuenta la existencia hoy en día de una colonia de Hombres de Neandertal primitivos que conviven con los Homo sapiens sapiens. Finalmente narra la historia de que en los albores de la humanidad, los neandertales y los Homo sapiens sapiens convivían hasta que, los sapiens sapiens, en nuestra cualidad de mentirosos y rastreros, engañamos a los neandertales para dirigirlos a una trampa mortal donde se extinguieron. Nos atribuye la mentira como herramienta característica de supremacía. En esta selección natural, el mentiroso gana, el manso pierde.

En este tema de la mentira, la corrupción y la estafa, podría escribirse un libro entero, yo ahora les planteo una situación concreta que podemos encontrar hoy en día en cada esquina y que yo comento desde mi última vivencia personal:

En la misa del pasado domingo de la iglesia de Las Esclavas, tras finalizar la eucaristía, el sacerdote cedía la palabra a una mujer que tenía un problema que exponernos a los feligreses:

La historia se resume de la siguiente forma. Esta mujer, de mediana edad, venía de la antigua Yugoslavia, tras varios años de guerra civil, había venido a España en busca de atención sanitaria. Su hijo pequeño tenía una deformidad en las piernas que lo convertían en un zambo inválido. La seguridad social cubrió varias operaciones pero aún no conseguía caminar. A la mujer le informaron sobre una inyección intraósea que haría que su hijo volviera a andar, pero esta inyección no la cubre la seguridad social, y cuesta unos 900€, además de un viaje y estancia en Madrid por una semana donde recibiría el tratamiento. Esta mujer dice ir de iglesia en iglesia buscando la ayuda económica de los cristianos de España.

Tras finalizar su discurso, la gente salía de la iglesia. Algunos pensaban como es normal, que podían permitirse perfectamente darle un par de euros sin apenas notarlo, y pudiendo hacer un gran favor. Otras personas, en concreto una señora mayor la escuché exclamar "¡yo no me creo nada!". La verdad, yo tampoco pensaba darle ni un céntimo, soy bastante escétptico con estos temas.

La mendicidad ha pasado de ser una situación accidental indeseable a un negocio. Está demostrado que existen por toda España mafias de países del Este que se dedican a tener una serie de esclavos mendigos que ya sea pidiendo en la calle o limpiando parabrisas en los semáforos, tienen que recaudar un dinero para los capos.

¿Es posible que sean tan rastreros que tengan a esta mujer inventándose una historia por las iglesias? Pues sí, es posible. Al fin y al cabo los mafiosos puede que además de esclavos tengan cierta inteligencia empresarial, y está claro que con esta historia ganarían muchísimo más que limpiando cristales o pidiendo en la calle...

Tanto escepticismo está causado por la mentira, pero hay que convivir con ella, porque la única forma de acabar con esta corrupción sería que nadie ayudase a nadie, lo cual no sería nada humano.

Y es que con el dinero no se puede jugar ni especular, si quieres comida, te doy un bocadillo. Es bien sabido que muchos pobres de la calle te tiran la comida a la cara si se la ofreces, sólo quieren dinero, ¿no es sospechoso?. Es triste no poder ayudar al que sí lo necesita porque haya muchos que juegan con las personas. Es una prueba más de que a una persona sí se le puede comprar. La esclavitud no se abolió nunca, sigue habiendo esclavas sexuales, mendigos obligados a pedir limosna, y niños obligados a curtir zapatillas, o a robar para los Latin Kings.

Es triste, pero cierto, ¿merece la pena disponer de la mentira? Esto es lo que nos ha tocado vivir.

Elige bien de quién te rodeas, a quien haces favores, y a quién se los pides.

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